Leyendo: Cien Años de Soledad
Jugando: Guitar Hero III: Legends of Rock, Halo 3
III
La relación de Rufino y Meme iba bien. Salían de paseo, iban al cine, no dejaban de mandarse recaditos cursis por el celular, y eran felices. Para aclarar un poco las cosas, permitame decir que este lugar no era un México como el de hoy en día. Este México es y fue diferente en muchos aspectos. Quizas no politicos y religiosos, pero si sociales y culturales. Adoptaron estilos viejos del mismo país y nuevos -pero no muy comunes- de otros países extrangeros, logrando una fusión de culturas muy extraña. Así como una moda, como una válvula de escape despues de que todo lo moderno y minimalista que invadía al México antiguo empezaba a hacer cambiar los gustos de la gente. Las cosas cambian, y todo en esta dimensión -a la cual podriamos llamar dimensión retroalimenticia- fue cambiando mediante ciclos, que se repetían una y otra vez. Nada de esto pasaba tan rápido como la brevedad de esta explicación. Todo tomaba su tiempo necesario para que los ciclos se acoplaran, y ya acoplados, desde el inicio del nuevo ciclo, se iniciaba de inmediato el cambio al siguiente.
Alexis Fonséca, padre de Sabás, recordaba que cuando tenía la edad de 19 años, las compañías automotrices empezaron a cambiar de estilo. Despues de tanto auto aerodinámico y minimalista que salia, la misma gente fue popularizando los autos viejos, como el ford modelo A, que fue de los primeros automóviles que se rediseñaron en ese entonces, y que fue el primer automóvil que habría de comprarse Alexis Fonséca. El rediseño del modelo A fue muy existoso. Regresaban al estilo viejo pero con todas las comodidades y la tecnología que ya existía para cualquier auto; aire acondicionado, asientos de piel de muy buena calidad, estereos con charolas de hasta 6 Cd's, dirección hidráulica, faros de niebla, etc. Este fue el comienzo de la generación de Sabás. Ellos fueron los que nacieron para disfrutarla y los que la cambiaron mientras crecían.
Cuando imaginaron a Sabás y a Rubén -al inicio de esta extraña historia- subiendo al camión para llegar a la escuela, pudieron haberse imaginado un camión como uno al que usted está acostumbrado a ver. No, en verdad el camión era de la forma de siempre, pero con un acabado muy similar al de los tranvías Mexicanos de los años 40's, solo que sin vías. Los choferes estaban bien capacitados y siempre bien vestidos en su puesto, ellos ayudaban a las damas a subir a los camiones -les llamo camiones, por que despues de todo fueron eso, pero con la pinta de un tranvia- sin que la dama se sintiera ofendida o apenada. Al contrario, era muy común verlas decir >>Gracias señor<< al chofer en turno, sin que este exediera esa barrera que lo define como chofer y esa barrera que define a la dama como una pasajera ordinaria. Ahora volvamos a la historia principal.
Como decía, Rufino y Meme acudian a distintas atracciones. Una de estas fue la feria que se celebra todos los años en Orizaba en el mes de Octubre. La feria toma lugar en una gran explanada, que previamente cubren con acerrín, y donde gente disfrazada de calacas, espectros y demonios atraen a la gente a distintos shows y espectáculos. >>¡Venga, señor, señora, niño, niña! ¡A ver, a presenciar, el acto más peligroso jamás visto!<<>>¡Acerquese, la función está por comenzar! ¡Esta vez no se trata del hombre bala, no, no, esto es algo nuevo e insólito! ¡Vean con sus propios ojos a un hombre parando una bola de cañón con sólo su estómago!<< Así el payaso siguió pregonando.
Rufino Y Meme, de nuevo con sus manitas sudadas, pasaban por ahi; y riendo, decidieron ver el show. En la taquilla, un señor que vestía como un faquír muy elegante, los atendió y les dió un cupón de descuento en la compra de un bote grande de rocetas de maíz acarameladas. Cuando entraron a la carpa, payasos sobre monociclos hacían malavares con bolas de fuego y una misteriosa señora paseaba a un french poodle sobre una pelota de colores mientras la gente llenaba el lugar. Cuando la carpa se cerró, Rufino había ido ya a comprar unas rocetas de maíz con caramelo con el cupón que le facilitó el gran faquír. Las luces se apagaron y Rufino tuvo que escabullirse entre la gente tirando medio bote de rocetas por todo el suelo de acerrín, hasta llegar a las pequeñas gradillas donde Meme ya lo esperaba.
-¡Apúrate! -Le gritó Meme desde las gradillas-
Rufino se sentó, agitado, arrimandose hasta que no pudo más al lado de su novia. >>¡Oye ya te acabaste el bote!<<, eso fue lo que dijo Meme, con cara enojada pero a la vez llena de gracia. La pareja se dispuso a engullir el bote de rocetas y a presenciar el espectáculo. Las luces de la carpa se apagaron. Después de 3 segundos, en medio de el circo, un haz de luz blanca iluminó al recien aparecido anfitrión, y a la vez iluminaba una densa capa de vapor de hielo seco que paseaba muy cerca del acerrín. Era un señor regordete que traia puesto un uniforme como el que alguna vez Napoleón Bonaparte habria de usar en su última batalla, la gran batalla de Waterloo. Inició a pregonar lo magnífico que el acto sería. Cuando terminó de hablar, desenfundó un sable oxidado y apuntó hacia lo más profundo de la oscuridad. En unas fracciones de segundo el haz también apuntó y señaló el final de la carpa, donde esta se abrió con ayuda de poleas y polainas, y así un cañon enorme y negro empezó a entrar al circulo principal. Las luces se prendieron de nuevo, haciendo un espectaculo armonioso lleno de color que recorría las caras del público. El anfitrión presentó a Jorn. Era un hombre un poco más gordo que el uniformado, que entró a la carpa con aires de heroe. Traía pusto sólo una especie de pantalon que le llegaba a las rodillas y unos gogles enormes y negros alrededor del cuello. El anfitrión ordenó que cargaran el cañón con una bala negra del tamaño de una bola de boliche, la cual fue alzada por un hombre musculoso y calvo que traia el cuerpo lleno de tribales tatuados. Jorn, el hombre de los pantalonsillos cortos proveniente de noruega se puso a 4 metros de la boca del cañon, se puso en una postura especial y se colocó los gogles esperando a que el anfitrión diera la orden. Entonces un enano llegó con una antorcha que despedía chispas, volteó a ver al uniformado, y cuando escuchó la seña, acercó la antorcha y prendió la mecha. Hubo un gran silencio en toda la carpa, todo el bullicio de afuera se escuchaba claramente, hasta los músicos que afinaban violines, chelos y otros instrumentos como trompetas y trombones se oian a lo lejos, donde Sabás, Joel y otros compañeros del salón admiraban a la orquestra. La mecha se consumió y el cañón se disparó, escupiendo la bala esférica seguido de abundante humo negro. El estruendo hizo saltar al público, despues se pararon a aplaudir cuando vieron que la bala había sido detenida por la enorme panza de Jorn, el increíble hombre de acero.
La pareja salió de la carpa y fue a esperar a que la orquestra empezara a tocar. Era un anfiteatro con gradas de piedra que abrazaba un escenario con un telón negro de terciopelo al aire libre. Rufino y Meme estaban perdidos mirando las estrellas, mientras que Sabás y los demás jugoseaban al otro extremo de las gradillas. Despues de casi 20 minutos, Meme se estiró de cansancio y alzó sus huesudas manos como antenas al cielo pegando un bostezo, recostandose en el hombro de su pareja como aquella vez en la sala de cine terrorifica. Rufino la vio en ese acto, y su menté lo proyectó acostado en una cama, y junto a el estaba ella, con el cabello alborotado y parpados ojerosos, bostezando justo como la había visto instantes atras. La orquestra dejó de afinar y en el silencio la gente se paró a aplaudir cuando el director se dirigió a su lugar. Este alzó una mano, y la bajó para empezar un movimiento de con ambas manos que hicieron tocar los trombones y chocar los platillos, interpretando una melodía ruidosa y muy parecida a la que usaban hace muchos siglos en las plazas de toros.
Alexis Fonséca, padre de Sabás, recordaba que cuando tenía la edad de 19 años, las compañías automotrices empezaron a cambiar de estilo. Despues de tanto auto aerodinámico y minimalista que salia, la misma gente fue popularizando los autos viejos, como el ford modelo A, que fue de los primeros automóviles que se rediseñaron en ese entonces, y que fue el primer automóvil que habría de comprarse Alexis Fonséca. El rediseño del modelo A fue muy existoso. Regresaban al estilo viejo pero con todas las comodidades y la tecnología que ya existía para cualquier auto; aire acondicionado, asientos de piel de muy buena calidad, estereos con charolas de hasta 6 Cd's, dirección hidráulica, faros de niebla, etc. Este fue el comienzo de la generación de Sabás. Ellos fueron los que nacieron para disfrutarla y los que la cambiaron mientras crecían.
Cuando imaginaron a Sabás y a Rubén -al inicio de esta extraña historia- subiendo al camión para llegar a la escuela, pudieron haberse imaginado un camión como uno al que usted está acostumbrado a ver. No, en verdad el camión era de la forma de siempre, pero con un acabado muy similar al de los tranvías Mexicanos de los años 40's, solo que sin vías. Los choferes estaban bien capacitados y siempre bien vestidos en su puesto, ellos ayudaban a las damas a subir a los camiones -les llamo camiones, por que despues de todo fueron eso, pero con la pinta de un tranvia- sin que la dama se sintiera ofendida o apenada. Al contrario, era muy común verlas decir >>Gracias señor<< al chofer en turno, sin que este exediera esa barrera que lo define como chofer y esa barrera que define a la dama como una pasajera ordinaria. Ahora volvamos a la historia principal.
Como decía, Rufino y Meme acudian a distintas atracciones. Una de estas fue la feria que se celebra todos los años en Orizaba en el mes de Octubre. La feria toma lugar en una gran explanada, que previamente cubren con acerrín, y donde gente disfrazada de calacas, espectros y demonios atraen a la gente a distintos shows y espectáculos. >>¡Venga, señor, señora, niño, niña! ¡A ver, a presenciar, el acto más peligroso jamás visto!<<>>¡Acerquese, la función está por comenzar! ¡Esta vez no se trata del hombre bala, no, no, esto es algo nuevo e insólito! ¡Vean con sus propios ojos a un hombre parando una bola de cañón con sólo su estómago!<< Así el payaso siguió pregonando.
Rufino Y Meme, de nuevo con sus manitas sudadas, pasaban por ahi; y riendo, decidieron ver el show. En la taquilla, un señor que vestía como un faquír muy elegante, los atendió y les dió un cupón de descuento en la compra de un bote grande de rocetas de maíz acarameladas. Cuando entraron a la carpa, payasos sobre monociclos hacían malavares con bolas de fuego y una misteriosa señora paseaba a un french poodle sobre una pelota de colores mientras la gente llenaba el lugar. Cuando la carpa se cerró, Rufino había ido ya a comprar unas rocetas de maíz con caramelo con el cupón que le facilitó el gran faquír. Las luces se apagaron y Rufino tuvo que escabullirse entre la gente tirando medio bote de rocetas por todo el suelo de acerrín, hasta llegar a las pequeñas gradillas donde Meme ya lo esperaba.
-¡Apúrate! -Le gritó Meme desde las gradillas-
Rufino se sentó, agitado, arrimandose hasta que no pudo más al lado de su novia. >>¡Oye ya te acabaste el bote!<<, eso fue lo que dijo Meme, con cara enojada pero a la vez llena de gracia. La pareja se dispuso a engullir el bote de rocetas y a presenciar el espectáculo. Las luces de la carpa se apagaron. Después de 3 segundos, en medio de el circo, un haz de luz blanca iluminó al recien aparecido anfitrión, y a la vez iluminaba una densa capa de vapor de hielo seco que paseaba muy cerca del acerrín. Era un señor regordete que traia puesto un uniforme como el que alguna vez Napoleón Bonaparte habria de usar en su última batalla, la gran batalla de Waterloo. Inició a pregonar lo magnífico que el acto sería. Cuando terminó de hablar, desenfundó un sable oxidado y apuntó hacia lo más profundo de la oscuridad. En unas fracciones de segundo el haz también apuntó y señaló el final de la carpa, donde esta se abrió con ayuda de poleas y polainas, y así un cañon enorme y negro empezó a entrar al circulo principal. Las luces se prendieron de nuevo, haciendo un espectaculo armonioso lleno de color que recorría las caras del público. El anfitrión presentó a Jorn. Era un hombre un poco más gordo que el uniformado, que entró a la carpa con aires de heroe. Traía pusto sólo una especie de pantalon que le llegaba a las rodillas y unos gogles enormes y negros alrededor del cuello. El anfitrión ordenó que cargaran el cañón con una bala negra del tamaño de una bola de boliche, la cual fue alzada por un hombre musculoso y calvo que traia el cuerpo lleno de tribales tatuados. Jorn, el hombre de los pantalonsillos cortos proveniente de noruega se puso a 4 metros de la boca del cañon, se puso en una postura especial y se colocó los gogles esperando a que el anfitrión diera la orden. Entonces un enano llegó con una antorcha que despedía chispas, volteó a ver al uniformado, y cuando escuchó la seña, acercó la antorcha y prendió la mecha. Hubo un gran silencio en toda la carpa, todo el bullicio de afuera se escuchaba claramente, hasta los músicos que afinaban violines, chelos y otros instrumentos como trompetas y trombones se oian a lo lejos, donde Sabás, Joel y otros compañeros del salón admiraban a la orquestra. La mecha se consumió y el cañón se disparó, escupiendo la bala esférica seguido de abundante humo negro. El estruendo hizo saltar al público, despues se pararon a aplaudir cuando vieron que la bala había sido detenida por la enorme panza de Jorn, el increíble hombre de acero.
La pareja salió de la carpa y fue a esperar a que la orquestra empezara a tocar. Era un anfiteatro con gradas de piedra que abrazaba un escenario con un telón negro de terciopelo al aire libre. Rufino y Meme estaban perdidos mirando las estrellas, mientras que Sabás y los demás jugoseaban al otro extremo de las gradillas. Despues de casi 20 minutos, Meme se estiró de cansancio y alzó sus huesudas manos como antenas al cielo pegando un bostezo, recostandose en el hombro de su pareja como aquella vez en la sala de cine terrorifica. Rufino la vio en ese acto, y su menté lo proyectó acostado en una cama, y junto a el estaba ella, con el cabello alborotado y parpados ojerosos, bostezando justo como la había visto instantes atras. La orquestra dejó de afinar y en el silencio la gente se paró a aplaudir cuando el director se dirigió a su lugar. Este alzó una mano, y la bajó para empezar un movimiento de con ambas manos que hicieron tocar los trombones y chocar los platillos, interpretando una melodía ruidosa y muy parecida a la que usaban hace muchos siglos en las plazas de toros.
Later.
1 comment:
"Despues de casi 20 minutos, Meme se estiró de cansancio y alzó sus huesudas manos como antenas al cielo pegando un bostezo (...)"
Gran referencia.
Más >:0!
*señala a la hora* ;D
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